"En el transcurso del siglo XVI se desarrolló el arte del contraespionaje. En los años veinte de este siglo, el cardenal Wolsey, ministro de Enrique VIII, rey de Inglaterra (1509-1547), y Gattinara, ministro del rey de España y emperador de Alemania, Carlos V, actuaban de una manera similar. Cuando sospechaban que algún embajador extranjero espiaba, ordenaban interceptar sus despachos. Tiempo después, Thomas Cromwell, ministro de Enrique VIII, interceptaba las cartas, que eran luego copiadas y enviadas posteriormente a su destino. Ya en la segunda mitad del siglo XVI se logró abrir los sobres de manera tal que el destinatario no sospechaba que sus cartas eran leídas por ojos ajenos. También se hizo corriente el descifre de los despachos. Al principio, las cifras eran sencillas: cada letra era sustituida por un símbolo determinado. En ocasiones, las cifras empleadas en el siglo XVI eran bastante complicadas, y el descifre de los mensajes escritos en ellas se convertía en un rompecabezas, incluso para los especialistas de los siglos"
Fuente:http://www.nubelo.com/files/uploadResources/0000221758/portfolioFiles/thumb_ESPyaAS_DE_TODOS_LOS_TIEMPOS.pdf página 24
A raíz de "The King´ s Great Matter" , es decir, los intentos de Enrique VIII de Inglaterra por anular su matrimonio con Catalina de Aragón y casarse con Ana Bolena, hizo que el emperador Carlos V se viera forzado a cambiar su táctica diplomática. Cuando Eustace Chapuys saboyano de nacimiento llegó a Londrés en septiembre de 1529 para suceder el cargo de Don Iñigo de Mendoza, un puesto que había estado ocupado de manera bastante inestable desde la dimisión forzada de Luis Praet en 1525, encontró a una aislada y vigilada reina Catalina que difícilmente conseguía mantener una entrevista a solas con el enviado de su sobrino. Chapuys prefería que no lo vieran mucho por la corte, y cuando acudía allí era consciente que recaían mil ojos sobre su figura. El embajador era humanista y amigo de Erasmo cuyo entusiasmo por la causa de la reina le llevaría con frecuencia a ir más allá de sus obligaciones como diplomático. A sus cuarenta años, era un experto en derecho canónico y había sido juez eclesiástico de Saboya, hábil y astuto, que nunca temía decir lo que pensaba.
El diplomático percibía que su labor era de suma importancia para su señor. El deseo de Enrique VIII por divorciarse de la tía de Carlos V había movido cimientos de Europa y había causado un revuelo internacional que preocupaba de sobremanera al emperador. Una de sus primeras medidas diplomáticas fue aumentar el número de personas que trabajaban a su servicio. Contrató a muchos antiguos sirvientes de Catalina: ingleses, galeses y españoles, incluyendo el ujier de la reina llamado Juan de Montoya, un español que llevababa más de veinte años prestando servicio en Inglaterra y que se convirtió en uno de los principales secretarios de Chapuys. Reclutó también a jóvenes de Flandes y Borgoña, insistiendo que aprendieran inglés y, aunque él mismo no acudía muy amenudo a la corte, sin embargo los animaban para que fueran, esperando, probablemente, que su media docena de astutos y agradables caballeros se infiltraran en los círculos de los palacios sin levantar demasiadas sospechas.
Chapuys dedicaba parte de su tiempo a su red de espionaje. A partir de 1533, habría contratado unos cinco o seis agentes a tiempo completo que a cambio de unas modestas sumas de dinero le informaban sobre cualquier movimiento que se llevaba a cabo en las posadas de Londres (era sumamente interesante estar al tanto de los extranjeros que se paseaban por la ciudad), quien entraba y salía de la residencia de Thomas Cromwell, o incluso donde se encontraba un heraldo mensajero. Para ello era esencial contar el apoyo de lacayos, doncellas, chicos de establos que estuviera dispuestos a romper la lealtad a su señor a cambio de unas monedas.
Fuente: http://carolbjca.blogspot.com/2012/12/la-red-de-espionaje-de-carlos-v-en.html
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