viernes, 20 de noviembre de 2015

ARTÍCULO EXPLICATIVO DE LA CONTRARREFORMA

 El siglo XV se caracterizó por las exigencias de una reforma de la Iglesia, como reacción al escándalo del Gran Cisma de Occidente y para corregir los abusos religiosos. El reformista religioso italiano Girolamo Savonarola(1452-1498) criticó con mordacidad la actitud mundana de su contemporáneo, el Papa Alejandro VI. El llamado movimiento observantista desarrollado por las órdenes mendicantes intentó que sus miembros volvieran a una vida más austera, y humanistas como Desiderio Erasmo de Rotterdarm trataron de crear alternativas a las estériles especulaciones de la teología académica. Aun siendo sinceros estos esfuerzos, durante mucho tiempo no estuvieron coordinados y no lograron tener un impacto perceptible en la institución.

   Sólo cuando Pablo III se convirtió en Papa en 1534 tuvo la Iglesia el liderazgo que necesitaba para orquestar esos impulsos en favor de la reforma y enfrentarse al reto que supuso la aparición de los protestantes. Una de las iniciativas más importantes de Pablo III fue nombrar reformadores sinceros como Gasparo Contarini y Reginald Pole e incorporarlos al colegio cardenalicio. También impulsó nuevas órdenes religiosas como los teatinos, capuchinos, ursulinas y en especial los jesuitas. Este último grupo, bajo la dirección de San Ignacio de Loyola(1491-1556), estaba constituido por hombres muy instruidos, dedicados a renovar la piedad a través de la predicación, la instrucción catecúmena y el uso de los ejercicios espirituales establecidos por san Ignacio, donde debía profundizarse en la meditación personal. Tal vez la más destacada actuación de Pablo III fue la convocatoria del Concilio de Trento en 1545 para tratar las cuestiones doctrinales y disciplinarias suscitadas por los protestantes. Actuando a menudo en una difícil alianza con el emperador Carlos V, Pablo III, como muchos de sus sucesores, no dudó en utilizar tanto medidas diplomáticas como militares contra los protestantes.

  Una poderosa corriente represiva, que empezó hacia 1542, penetró en el propio catolicismo romano cuando se instituyeron el Indice de Libros Prohibidos y una nueva Inquisición. El pontificado de Pablo IV aportó el más vigoroso apoyo a estas medidas. En España la Inquisición se convirtió en un instrumento dependiente de la corona, usado con eficacia por los monarcas españoles, en especial por el rey Felipe II para asegurarse la ortodoxia de sus súbditos y suprimir tanto la disidencia política como la religiosa.
  En Alemania los católicos siguieron intranquilos después de la Paz de Augsburgo de 1555, considerada por muchos como una victoria de los luteranos. Los sacerdotes formados en Roma regresaron a su tierra natal mejor instruidos y con más deseos de llevar a efecto su labor eclesiástica que sus antecesores. San Pedro Canisio elaboró un catecismo que intentó servir de contrapeso al de Lutero, aunque no lo consiguió. Las tensiones internas, en las que se produjo una destacada intervención militar en ambos bandos, culminaron en los horrores de la guerra de los Treinta Años, que hizo estragos desde 1618 hasta 1648 y dejó a Alemania devastada.

ASPECTOS IMPORTANTES DE LA CONTRARREFORMA

 Les dejamos una presentación que ilustra los factores más importantes de la Contrarreforma, aludiendo a los temas ya señalados en el blog y los cuales son ineludibles al referirnos a este aspecto de la historia.
http://www.slideboom.com/presentations/90444/LA-Contrarreforma-del-siglo-XVI

MEDIDAS QUE SE TOMARON EN LA CONTRAREFORMA

Este libro ofrece unas nociones sobre las medidas que se tomaron en la Contrarreforma.

CONTEXTO HISTÓRICO DE LA CONTRARREFORMA

Este documento nos ubica cronológicamente en la Contrarreforma y señala su influencia en diversas localidades.
http://www.mercaba.org/IGLESIA/Historia/Varios/Historia%20Iglesia%20Cat%C3%B3lica-Lenzenweger-21.pdf

CONTRAREFORMA

Aquí un vídeo breve pero interesante que explica las acciones de la Contrarreforma.

Personajes de la mística española: San Juan de la Cruz


El siguiente vídeo es una versión del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz por Amancio Prada. Composición para voz, guitarra, violín y violonchelo , que ha merecido varias reediciones y el acuerdo unánime de la crítica.



El siguiente es un artículo muy completo sobre la vida y pensamiento de San Juan de la Cruz http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/sjuandelacruz/pcuartonivel.jsp?conten=autor

REACCION A LA PROTESTA LUTERANA

La reacción de la Iglesia católica ante la Reforma Protestante fue la Contrarreforma. Después de hacer caso omiso a Lutero, el Papa León X ordenó en 1518 la investigación del tema, que resultó en la denuncia de que Lutero era un hereje que se oponía al Papa, quien respondió refutando sus tesis.

Las reformas que proponía no se referían a cuestiones doctrinales solamente, sino a abusos eclesiásticos: la abolición de los ingresos del Papa, el reconocimiento del gobierno secular, abusos relacionados con la excomunión y una reforma general de la moral pública. El Papa le advirtió sobre los riesgos que asumiría si no se retractaba en un tiempo dado, lo que no ocurrió.

Lutero emprendió la reforma de los sectores eclesiásticos que le siguieron y que conformaron la primera Iglesia protestante, basada en la doctrina, inspirada en San Pablo y San Agustín, de que el hombre puede salvarse sólo por su fe y por la gracia de Dios, por lo que cosas como las indulgencias eran inmorales además de inútiles.

La extensión del luteranismo dio lugar a guerras religiosas que enfrentaron a católicos y protestantes en Europa durante los siglos XVI y XVII, aunque en los conflictos se mezclaban luchas de poder con intereses políticos, económicos y estratégicos. El protestantismo se consolidó como una religión cristiana separada del catolicismo romano y a su vez se dividió en múltiples corrientes.



El video trata de la tolerancia religiosa que existe hoy, con divisiones, sectas y más de 41.000 denominaciones distintas para religiones que parten de una misma rama. Esto no era posible en el siglo XVI, cuando solamente existía la Iglesia Católica Romana y tenía todo el control (quien trataba de defender ideas distintas era llamado hereje).

Lutero movió los cimientos de la Iglesia cuando hizo pública su opinión y tuvo mucho apoyo por parte del pueblo. Su intención no era atacar a la Iglesia, sino detener la venta de indulgencias por dinero, que parecía ser la "venta de la salvación", porque Lutero creía que la salvación solo viene a través de la fe. Esto lo hizo basándose en la Biblia, que no hablaba de pedir dinero directamente.

Se dio cuenta de que la gente no entendía la Biblia y no la defendía porque no la podían leer (sólo existía la versión en latín). Por esto la tradujo al alemán y sus seguidores la repartieron por toda Europa. Rápidamente, mucha gente enfrentó las ideas de las autoridades cristianas y cuestionaron su poder, causando gran revuelo social. El Papa y la Iglesia tomaron muchas medidas en contra de Lutero, que siempre fue protegido por sus seguidores, hasta que no hubo más remedio que permitir la existencia de las diferentes ramas de pensamiento.

Por Sara Da Rocha y Waleska Barroeta

PROTESTA DE MARTÍN LUTERO

Martín Lutero (1483-1546) fue un fraile católico agustino y teólogo alemán que dio inicio a la reforma religiosa de Alemania, que inspiró la Reforma Protestante y, más adelante, la doctrina del luteranismo. Sus aportes al mundo occidental van más allá de lo religioso, dado que sus traducciones de la Biblia al alemán ayudaron a desarrollar una versión estandarizada de su lengua, y su propio matrimonio fue el comienzo de un movimiento en pro del matrimonio sacerdotal.

Fue profesor, confesor y predicador en su pueblo natal. En su período de predicador fue cuando se dio cuenta del efecto que tenía la venta de indulgencias a los devotos. Estas indulgencias consistían en perdones parciales o totales a cambio de una donación a la Iglesia y cualquier persona tenía acceso a ellas.

Lutero vio en esto un abuso de poder y un gran engaño sin fundamento que dejaba de lado los sacramentos y el arrepentimiento por los pecados. Por esto en 1517 publica sus 95 tesis en contra de la Iglesia, para ser debatidas. Las críticas a la discapacidad moral de la institución le causaron su excomunión y más tarde su exilio, aunque al mismo tiempo lo convirtieron en la cabeza del movimiento que rechazaba la autoridad total del Papa.

Su principal interés era que las enseñanzas de la iglesia regresaran a las Escrituras Sagradas, a la lectura directa de la Biblia, impulsando una reestructuración del cristianismo en Europa y así promoviendo la salvación mediante la fe personal.

En otro post de este mismo blog (http://renacimiento-dorado.blogspot.com/2015/11/reforma-protestante-segun-educatina.html) se explica con detalle en un video los eventos ocurridos.

Por Waleska Barroeta y Sara Da Rocha



Breve biografía de Lutero

LAS 95 TESIS DE MARTÍN LUTERO

Estas tesis, clavadas en la puerta de la iglesia de Wittenberg el 31 de octubre de 1517, condenaban la avaricia de los miembros del clero y su paganismo, pidiendo un debate para determinar la función de las indulgencias. Se publicaron luego con el título “Cuestionamiento al Poder y Eficacia de las Indulgencias”. Fueron rápidamente difundidas por toda Europa.

Fue unánime la opinión de los cancilleres sobre el carácter herético del suceso y se inició un proceso en su contra. Alemania estaba en un momento de turbulencias religiosas y políticas, y este evento desató una ola de odio religioso y racial en que se veían afectados mayormente la Iglesia y el Estado sin tener control.

Reflejaban la atmósfera de descontento por la corrupción de la Iglesia, que venía dándose desde la Baja Edad Media. Se apuntaba al mal uso de las indulgencias, pero además trataban varias fallas en el sistema y señalaban directamente a la cabeza de la Iglesia. Hubo varios intentos de parte del clero para combatirlas, incluso publicaciones de tesis en su contra y amenazas de excomunión, pero Lutero nunca desistió y siempre apeló al uso de la razón.

Por Waleska Barroeta y Sara Da Rocha


Breves descripciones de las tesis

jueves, 19 de noviembre de 2015

El segundo renacimiento – Reinado de Felipe II

Del humanismo a la mística

En 1554 aparece el Lazarillo de Tormes que es la primera voz de alarma en el Imperio español.
En 1556 el emperador Carlos I (1500-1558),  V del Sacro Imperio Romano, rey de España de 1516 a 1556,  inició una serie de abdicaciones: aunque conservó el título imperial, trasmitió sus funciones a su hermano Fernando I de Habsburgo, cedió a su hijo Felipe los Países Bajos (1555) y los reinos españoles (1556) y se retiró al monasterio de Yuste (en la localidad cacereña de Cuacos de Yuste), donde el 21 de septiembre de 1558 falleció. Pocos meses antes había abdicado formal y definitivamente como emperador en su hermano Fernando.
El reinado de Felipe II (1556-1598) se inicia con la victoria de San Quintín (1557) contra los franceses y la construcción de El Escorial, monumento que conmemora esta victoria. Pero económicamente, el reinado de Felipe II comienza con una suspensión de pagos por parte del Estado, a la que seguirán otras dos bancarrotas (1575 y 1596).
El papa Pablo III había convocado en 1545 el Concilio de Trento (entre 1545 y 1563), para tratar las cuestiones doctrinales y disciplinarias suscitadas por los protestantes. Actuando a menudo en una difícil alianza con el emperador Carlos V, Pablo III, como muchos de sus sucesores, no dudó en utilizar tanto medidas diplomáticas como militares contra los protestantes. En 1542 empieza una poderosa corriente represiva: se crea el Índice de Libros Prohibidos y una nueva Inquisición, que en España se convirtió en un instrumento dependiente de la Corona, usado con eficacia por Felipe II para  asegurarse la ortodoxia de sus súbditos y suprimir tanto la disidencia política como la religiosa.
Felipe II empieza su reinado con la liquidación de los protestantes; la prohibición de importar libros extranjeros; el proceso del arzobispo Bartolomé Carranza (1503-1576), viejo erasmista acusado de herejía; aparición del Índice de libros prohibidos (“Índice expurgatorio”); proceso al humanista Francisco Sánchez de las Brozas, El Brocense (1523-1600); detención en 1583 de Fray Luis de León. La Inquisición tiene una red de espionaje por todas las ciudades para denunciar a sospechosos de herejía.
En 1565 se sublevan los Países Bajos (hasta 1648 no se reconocerá la independencia de Holanda).
En 1571 una coalición de fuerzas cristianas aglutinadas en la denominada Liga Santa vence a las flotas del Imperio Otomano en la batalla del golfo de Lepanto. La victoria fue tan fulgurante como escasos los resultados prácticos.
En 1585-87 Inglaterra saquea Vigo y Cádiz. En 1588 es derrotada la Armada Invencible. España es un país imperialista que lejos de enriquecerse con la explotación colonial, llega a la miseria, a la bancarrota. El oro de América no sirvió para enriquecer el país y crear una clase media fuerte. Los que ejercían la industria y el comercio eran considerados como conversos (“cristianos nuevos”) o como judíos. El oro de América entra por Cádiz, pero cae en manos extranjeras que lo invierten manufacturas que luego España tiene que importar. Como decía Quevedo: “el oro nace en las Indias, viene a morir a España y es enterrado en Génova”. Los españoles de entonces se quejaban de que los europeos los trataban como a indios, les quitaban el oro y les vendían baratijas. Con la explotación del Imperio, España contribuye a los orígenes del capitalismo europeo como exportadora de capital.
El avance de la burguesía humanista se interrumpe entre 1550 y 1570. Los autores que dominan el periodo de Felipe II son exclusivamente religiosos. En el reinado de Felipe II predomina la ascética y la mística, la destrucción del humanismo y el predominio de la teología. Con el Concilio de Trento (1545 a 1563) se inicia la ruptura que lleva al segundo Renacimiento en el que padecen prisión cuatro de los cinco autores relevantes de la época: Fray Luis de Granada, Fray Luis de León, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
El periodo que sigue al Concilio de Trento, llamado por algunos “humanista”, se aleja de los valores humanistas para desembocar en el Barroco (siglo XVII), siglo del desengaño y de decadencia imperial, pero también Siglo de Oro de la literatura y del arte.

Documental - La verdadera historia de la inquisición Española

El siguiente documental presenta un análisis del sistema Inquisidor español


https://www.youtube.com/watch?v=WsWTS9SUAdw

Preponderancia de la Inquisición

Extracto del artículo "DE LA REFORMA PROTESTANTE A LA REFORMA CATÓLICA.
REFLEXIONES SOBRE UNA TRANSICIÓN"

"La monarquía a fines del siglo XVI ha perdido su batalla particular con la
Iglesia. La situación de la Inquisición ya es indicadora de la correlación de fuerzas
en aquel contexto. Se prohiben las interferencias monárquicas en los exámenes de
limpieza de sangre: la Compañía de Jesús evidentemente se deslizó hacia la
ortodoxia papista más radical. En 1616 ascendían los jesuitas a 2.203 personas en
la Península Ibérica. Su escalada como confesores de los reyes se hace con las
reservas -que destacaba Acquaviva en 1602- con las que los confesores jesuitas
debían asumir el encargo de la confesión son significativas: "Si algún soberano no
se encontrase plenamente satisfecho, sería indispensable manifestarle con toda
modestia y humildad que sólo con estas condiciones y no con otras, nos permiten
nuestros Estatutos aceptar semejante encargo". De hecho, sólo la reina Mariana
de Austria en el siglo XVII tuvo un confesor jesuita: el padre Nithard. La audacia
crítica del padre Mariana y las críticas del tiranicidio son, asimismo, propias de la
coyuntura. El nacionaljesuitismo -una cierta interpretación especificamente
española de la Compañía de Jesús- hacía años que estaba extinto si es que existió
alguna vez. A lo largo del siglo XVIX y XVIII sólo hubo un general español: Tirso
González, un decidido impugnador del probabilismo. Del espaiiolismo de aquellos
jesuitas de la primera generación mediaba, ciertamente, un abismo.
En cualquier caso, detrás de la retórica del nacionalcatolicismo español laten
los problemas de una monarquía ansiosa de dinero y un clero que se cree
esquilmado por la fiscalidad real. En ese terreno habrá que trabajar en el futuro."


Autor: RICARDO GARCÍA CÁRCEL
Universidad Autónoma de Barcelona
http://www.raco.cat/index.php/Manuscrits/article/viewFile/23337/285288

La Ruptura De La Cristiandad en el Concilio



Aunque la clase burguesa, cada vez más pujante, había conseguido romper durante el Renacimiento el monopolio de mecenazgo que mantenía la Iglesia, ésta continuaba siendo la principal patrocinadora del arte y de la ciencia, por lo que la mayoría de las obras importantes se realizaban por su encargo, del mismo modo que se veían favorecidos los estudios humanistas relacionados con la Biblia. Así, a pesar de la multiplicación temática renacentista frente al omnipresente cristianismo del teocéntrico gótico medieval, el arte religioso adquirió un desarrollo enorme.

De hecho, desde el siglo XIV hasta el XVI, la Iglesia parecía que estaba más preocupada por el arte que del bienestar espiritual y físico de sus fieles, despreocupación que se veía agravada por la participación del papado en corruptelas y en asuntos políticos internacionales.

Los abusos morales de algunos pontífices y del clero generaron un ambiente propicio para el descontento. La negligencia en el cumplimiento de los deberes apostólicos, el afán de placer y la mundanización en las conductas clericales, así como la excesiva fiscalidad sobre los fieles, cuyo único fin era costear la vida ociosa de los clérigos y el sentido patrimonialista que una gran parte del clero tenía de la Iglesia, hasta el punto de que muchos clérigos se sentían propietarios de una prebenda, minaron el ambiente que les rodeaba.


En primer plano, el laberinto de la catedral de Chartres

En torno a la salvación espiritual, el papado mantenía un lucrativo negocio con la venia de bulas e indulgencias, cobrando importantes sumas a quien podía pagarlo. También estaba muy extendida la concentración de cargos eclesiásticos (obispados, curatos, capellanías que llevaban aparejada la cura de almas) en una sola mano. Este conjunto de abusos produjo un extenso descontento contra la Iglesia mucho tiempo antes de que estallase la Reforma, pero constituyó un arma eficaz, empleada por los reformadores del siglo XVI, para conquistar la adhesión popular contra Roma.

Al mismo tiempo, quienes integraban el mundo de intelectuales del siglo XVI eran hombres profundamente religiosos, eruditos, filósofos, latinistas, y constituían también un universo preocupado por la renovación de las relaciones entre Dios y el hombre. El Dios de los humanistas era, ante todo, amor, de tal manera que era preciso abandonar la imagen que el cristiano tenía hasta entonces de un Dios airado y terrible, divulgada desde los púlpitos medievales.

Para lograrlo, los humanistas pensaron que había que cambiar las ideas y las palabras. La primera consecuencia fue la preocupación, aparentemente erudita, por revisar las versiones oficiales de las Sagradas Escrituras. Las nuevas ediciones modificaban notablemente los textos medievales, por lo que era preciso dirigir las críticas hacia los que oscurecían las palabras: los teólogos, más empeñados en los debates sobre los misterios divinos y sobre los dogmas, que en acercar a Dios a los hombres.

En contra, los humanistas propusieron una teología, una fe y unos ritos sencillos. Bastarían unos pocos dogmas: establecida la libertad del hombre, la religión sería una cuestión individual ajena a normas; la Iglesia sería una institución que serviría sólo para ayudar a los hombres en su camino de salvación; lo verdaderamente importante sería vivir según el mensaje evangélico, liberado de las formas y fórmulas eclesiásticas, tal como lo habían hecho los apóstoles y los primeros cristianos.


Los humanistas pensaron que había que cambiar las ideas y las palabras

Esta inquietud religiosa de los humanistas no era ajena a los ambientes populares, donde contribuía al clima que preludió a la Reforma, pero en modo alguno puede atribuírsele causalidad en las conmociones religiosas y espirituales que vivió Europa a comienzos del siglo XVI.

Se suele asociar la Reforma a un hombre, Lutero, y a una fecha, el 31 de octubre de 1517, cuando el fraile agustino publicó las 95 tesis sobre las indulgencias. Pero antes de que eso sucediera ya se habían propagado ideas, como las humanistas, y se despertaron sentimientos religiosos, como los de la “devotio moderna”, que fomentaron, provocaron e hicieron posible un clima de escisión de la Iglesia católica, apenas deseada ni siquiera por los que exigían reformas. Antes de Lutero hubo otros críticos –Wyclif, Huss y Erasmo- sobre los modos de vivir la religión en el seno de la Iglesia.

En el origen de la reforma protestante, además de los abusos del clero, está la disolución del orden medieval, es decir, la ruptura de la unidad política, espiritual y religiosa que lo caracterizaba: la Iglesia, cuna en la Cristiandad, representada en la unidad de “sacerdotium e imperium”. Cuando el monopolio y la superioridad se rompieron, por la aparición de los círculos humanistas ajenos al clero, se creó una atmósfera antiescolástica y anticlerical que favoreció el desarrollo de las ideas reformistas.

En el origen de la Reforma estaban también algunos factores netamente religiosos, entre los cuales cabe destacar la falta general de claridad dogmática, que afectaba no sólo al pueblo sino a los propios eclesiásticos y la extremada sensibilidad religiosa del creyente que hacía angustiosa la tarea de asegurarse la salvación eterna, más valorada incluso que la existencia terrenal.

Toda la vida del hombre, desde su nacimiento hasta su muerte, estaba dominada por percepciones y referencias sagradas. Apenas podían definir la frontera entre lo natural y lo sobrenatural, tendían a asegurarse la salvación mediante un sistema abigarrado de protecciones, de abogados celestiales, mediadores de todo tipo y para todas las circunstancias, tan criticado por los humanistas, por supersticioso.

La salvación eterna era un asunto tan primordial que el cristiano vivía preparándose cada día para morir, de tal manera que la vida constituía un valor subordinado a la forma de acabar la existencia terrenal. Es decir, que la vida tendría sentido si se conseguía una buena muerte.

En aquel ambiente la comunicación entre vivos y difuntos era continua. Los que vivían lo hacían pendientes de generar recursos salvadores. Los difuntos que no hubiesen obtenido la gracia del cielo directamente se beneficiaban de las misas y sufragios encargados por los vivos, que les ayudarían a abreviar la cita previa al cielo, es decir, el purgatorio.

A lo largo de la Baja Edad Media hubo momentos en los cuales los cristianos asistieron perplejos a la presencia simultánea al frente de la Iglesia de dos Papas (uno en Roma, otro en Aviñón), lo que producía un desconcierto sobre la legitimidad, la autoridad y la infalibilidad de uno o de otro, al mismo tiempo que las ponía en entredicho.

Su consecuencia fue el fortalecimiento de la teología conciliar y de las opiniones conciliaristas, la convicción de que la interpretación de la verdad, la emisión de las normas y la capacidad suprema de decisión correspondían a los concilios generales, verdaderos representantes de la Iglesia y capacitados para juzgar al Pontífice falible. Aunque el Concilio V de Letrán (1512-1517) sometió tales teorías, parece claro que este cúmulo de circunstancias había contribuido decisivamente a la ruptura de la Cristiandad.

El ambiente en el que triunfó la Reforma estaba dominado de un fuerte sentimiento apocalíptico. En Alemania y en una gran parte de Europa estaban convencidos de que el fin de los tiempos estaba próximo y que vendría acompañado de la visión del anticristo y de su breve reinado, del triunfo de Cristo y del juicio final. El conjunto se convirtió en arma de combate y en instrumento de propaganda eficaz de los predicadores y reformadores, para quienes el anticristo estaba encarnado en el Papado y reinaba en Roma, de modo que niega la jerarquía de la Iglesia, afirmando que todos los cristianos tienen el mismo valor.


Lutero y los alemanes propugnaban la idea de una Iglesia nueva

Lutero y los alemanes se sintieron dominados por la obsesión del último día y por la instauración de una Iglesia nueva. La base de la doctrina luterana consiste en la salvación por la fe, es decir, su exclusiva importancia para la salvación del alma al morir, sin que importase el arrepentimiento ni las obras.

También establece la libre interpretación de la Biblia, negando el valor de la tradición de la Iglesia, y defiende su traducción a la lengua del pueblo, realizando él mismo una traducción al alemán. Del mismo modo, entre otras reformas de la fe católica, reduce los sacramentos a bautismo y eucaristía, abole el culto a la virgen y los santos y suprime toda ostentación en los templos.

Las doctrinas luteranas se extendieron con bastante rapidez por toda Alemania, especialmente por los estados del Norte, a lo que contribuyeron también factores económicos y políticos. Algunos nobles vieron la oportunidad de aumentar sus posesiones, puesto que con el luteranismo la Iglesia debía renunciar a todos sus bienes y, así, sus tierras fueron secularizadas, pasando a manos de esta nobleza; otros nobles se transformaron a la fe luterana porque significaba la posibilidad de enfrentarse al emperador Carlos V, uno de los más feroces defensores del catolicismo; y, en conjunto, el luteranismo resultó ser un movimiento nacionalista de oposición a Roma.

Fracasados los intentos pacíficos, se llegó a la lucha armada entre católicos y protestantes y, a pesar del sonado triunfo de Carlos V contra los protestantes en Mühlberg en 1547, el emperador acabó aceptando la paz de Augsburgo (1555), por la cual se reconocía la libertad religiosa de los príncipes alemanes y la supeditación del pueblo a la fe espiritual de éstos.

La convocatoria de un concilio para resolver el problema de la escisión protestante fue largo tiempo pospuesto por el Papado, debido al miedo a que prevaleciera la superioridad conciliar frente al Papa y a las guerras entre España y Francia.

La reforma de la Iglesia afectó, en primer término, a sus miembros, aunque existía la necesidad de extenderla a todo el cuerpo, incluida la cabeza visible. Durante el papado de Paulo III (1534-1549) se hicieron patentes los primeros elementos represores y reformadores de la iglesia de la época: la fundación de la Inquisición romana para evitar la difusión por Italia del luteranismo; los intentos por imponer la residencia de los obispos; y la reforma de la Curia, con la inclusión en su nómina de cardenales de estricto sentido eclesiástico, aliados con la renovación y enemigos del espíritu mundano que la había caracterizado.

No obstante, y sin duda alguna, el mayor servicio del citado pontífice a la Reforma católica fue la convocatoria del Concilio de Trento. Fracasadas las dos primeras convocatorias papales que disponían celebrarlo en Mantua y en Vicenza, entonces resultó decisiva la intervención del emperador Carlos V, que propuso celebrarlo en Trento, como territorio del Imperio, lo que contó con el beneplácito del Papa, que lo convocó en mayo de 1542.

El camino, sin embargo, no estaría exento de nuevas dificultades. Las guerras entre Carlos V y Francisco I produjeron, de nuevo, la suspensión del Concilio en septiembre de 1543. Mediante la paz de Crépy (1544), en cuyo protocolo se declaraba que Francia enviaría al Concilio obispos y legados, se consiguió impulsar una nueva y definitiva convocatoria en noviembre de 1544. La apertura, que sufrió una excesiva y desesperanzadora demora, tuvo lugar en diciembre de 1545.

Dos años más tarde, el Concilio trasladó su sede a Bolonia, siendo suspendido en 1549, reanudado en 1551, suspendido de nuevo en 1552, reabierto en 1562, interrumpido otra vez por la firma de la paz de Cateu-Cambrésis y finalmente clausurado en enero de 1564.

El Concilio de Trento afrontó problemas dogmáticos como la precisión de la fe católica frente a los errores del protestantismo, aunque las cuestiones de la primacía papal y del concepto eclesial no se modificaron. Se reafirmó la doctrina tradicional y se fijó el contenido de la fe católica.

En primer lugar, se estableció que Dios ha creado al hombre bueno y éste, a pesar del pecado original que corrompió su naturaleza, conserva su libre albedrío y su aspiración al bien. En segundo lugar, la fe se funda sobre las Sagradas Escrituras, explicada y completada por los padres de la Iglesia, los cánones de los concilios y el magisterio de la Iglesia.

En cuanto a la cuestión de la justificación por la fe, la doctrina que establece el Concilio de Trento difiere notablemente de la mantenida por Lutero. Según éste, Dios nos justifica atribuyéndonos los méritos de su Hijo. Para la Iglesia reunida en Trento, Dios nos hace justos transformándonos por la acción de la gracia. Por otra parte, el Concilio estableció que la misa es un sacrificio que renueva el de la cruz, y afirmó, con relación a la Eucaristía, la presencia real, la conversión de toda la sustancia del pan en el cuerpo de Cristo, y de toda la sustancia del vino en la sangre, no permaneciendo más que las apariencias del pan y del vino.


Una representación del Concilio de Trento

Sobre el concepto de Iglesia, el Concilio mantuvo que Dios quiere la Iglesia y que ésta es una, santa, universal y apostólica, está inspirada por el Espíritu Santo y es infalible en materia de fe. Por otra parte, el Concilio abordó plenamente la reforma del clero al desterrar los abusos denunciados desde la Baja Edad Media. Por lo que se refiere a la obra pastoral y disciplinaria de Trento, sus decisiones fueron, con el tiempo, trascendentales.

La reforma del episcopado fue objeto de abundantes discusiones y decretos: se reguló el deber de residencia, de visita pastoral diocesana, de predicación y de convocatoria frecuente de sínodos. Parecidas recomendaciones de residencia, predicación, cura de almas, vida austera, uso del traje talar, etc., se hicieron a los párrocos.

La novedad que el Concilio presentó en esta materia se refería al celo que en adelante habría de ponerse en la selección, formación moral, teológica y doctrinal de los curas, para lo cual se pedía a los obispos que se establecieran seminarios diocesanos, de tal manera que se evitaran los abusos denunciados y se llevase a cabo la reforma real de los ministros seculares de la iglesia. Aún así, las decisiones del Concilio no agotaron la crisis que padecía la Iglesia.

También fueron aprobadas las imágenes religiosas y se dictaminaron los principios filosóficos y prácticos del culto católico; sin embargo la imaginería popular desbordó su uso dando origen a imágenes basadas en relatos considerados apócrifos.

“Manda el santo Concilio a todos los Obispos, y demás personas que tienen el cargo y obligación de enseñar, que instruyan con exactitud a los fieles ante todas cosas, sobre la intercesión e invocación de los santos, honor de las reliquias, y uso legítimo de las imágenes, según la costumbre de la Iglesia Católica y Apostólica, recibida desde los tiempos primitivos de la religión cristiana, y según el consentimiento de los santos Padres, y los decretos de los sagrados concilios; enseñándoles que los santos que reinan juntamente con Cristo, ruegan a Dios por los hombres; que es bueno y útil invocarlos humildemente, y recurrir a sus oraciones, intercesión, y auxilio para alcanzar de Dios los beneficios por Jesucristo su hijo, nuestro Señor, que es sólo nuestro redentor y salvador; y que piensan impíamente los que niegan que se deben invocar los santos que gozan en el cielo de eterna felicidad; o los que afirman que los santos no ruegan por los hombres; o que es idolatría invocarlos, para que rueguen por nosotros, aun por cada uno en particular; o que repugna a la palabra de Dios, y se opone al honor de Jesucristo, único mediador entre Dios y los hombres; o que es necedad suplicar verbal o mentalmente a los que reinan en el cielo”[1].

El catolicismo era monolítico en España, Portugal e Italia y presentaba dificultades en Polonia. Se habían perdido varias regiones de Francia y el norte de Alemania; también se había consumado el cisma inglés, aunque Irlanda permanecía fiel al catolicismo; estaba en peligro el corazón del Imperio, Austria, Bohemia y Hungría; Suiza y los Países Bajos se presentaban divididos, mientras que en el Sur y en el Oeste alemán estaba escasamente fortalecido. En los países escandinavos el avance del protestantismo era definitivo.



Sin embargo, antes de que finalizara el siglo XVI, la vida de la Iglesia se renovó gracias a la ejecución de los decretos y del espíritu reformador conciliar, cuya responsabilidad correspondió a los pontífices que ocuparon la sede romana desde 1565 hasta 1585: Pío V, Gregorio XIII y Sixto V. A sus nombres van unidos obras trascendentales, como la conclusión del Catecismo cuya elaboración comenzó durante el Concilio (Pío V), la restauración del culto, la reforma de la administración eclesiástica, la fundación y organización de colegios romanos para sacerdotes (Gregorio XIII), la reorganización profunda de la Curia y de la distribución de los asuntos de gobierno, la revisión de la “vulgata” latina de San Jerónimo (Sixto V) y la implantación de las visitas obligatorias de los obispos a Roma para informar del estado de sus diócesis.

Fuente: https://arteyarquitectura.wordpress.com/2013/02/11/la-ruptura-de-la-cristiandad/

Aporte de: Maria Laura Alcalá
                 Génesis Gonzalez


El Barroco como arte de la Contrarreforma


Personajes de la mística española: San Juan de la Cruz

Interesante programa sobre la obra de San Juan de la Cruz. En este programa seis intelectuales españoles abordan  su trabajo poético desde diferentes perspectivas; biográfica, religiosa, biológica, histórica , entre otras.  Programa: La tabla redonda. Año: 1990




La Inquisición: Una tragedia española


El siguiente video es un documental que representa el arraigo del modelo Inquisitor español desde sus inicios hasta su final





Felipe II y la Inquisición en la Contarreforma

 La identificación de Felipe II en la Contrarreforma ha sido repetida por la historiografía hasta el tópico. Infinidad de opiniones ratifican la imagen del rey como garante de la Contrarreforma. El propio Felipe II se define a sí mismo numerosas veces como salvaguarda de la fe católica contra las herejías. En 1565 le escribe al arzobispo Pedro Guerrero en los siguientes términos: "Habiéndose tanto extendido y derramado y arraigado las herejías habernos procurado en cuanto ha sido posible, no sólo conservar y sostener en nuestros reinos, Estados y señoríos, la verdadera, pura y perfecta religión y la unión de la Iglesia Católica y la obediencia de la Santa Sede Apostólica".

Los papas glosaron el celo religioso del rey. Sixto V, Gregorio XIII y Clemente VIII le concedieron la condición de protector permanente del catolicismo. Clemente VIII le dedicó una necrológica cargada de elogios de este estilo: "sus obras y palabras convenían muy bien al nombre de católico que tenía y por tantas razones se le debía y que desto postrero toda la cristiandad era testigo". Santa Teresa de Jesús escribió en 1573: "Harto alivio es que tenga Dios nuestro Señor tan gran defensor y ayuda para su Iglesia como Vuestra Majestad es".

Los historiadores españoles, aun tan católicos como los que escriben en la Historia de la Iglesia en España de la Biblioteca de Autores Cristianos se muestran, si cabe, antes españoles que católicos a la hora de glosar a Felipe II. Ricardo García Villoslada es un buen exponente de lo que decimos: "Sus convicciones religiosas eran inquebrantables. En su corazón no había lugar para la duda, por fugaz que fuese. Asistía devotamente a todos los actos de culto, oía misa todos los días y comulgaba con alguna frecuencia; era muy devoto de la eucaristía, devoción tradicional en los Habsburgos, y de la Santísima Virgen; trataba con su confesor los asuntos de conciencia, privados y aun públicos... Escrupuloso cumplidor de sus deberes personales, se creía obligado a procurar también la salvación de las almas de los demás; de ahí su perpetua solicitud por el mantenimiento de la fe cristiana".

El interés de Felipe II por la problemática religiosa fue evidente. Su actitud en el último tramo del concilio de Trento fue de beligerancia respecto a la necesidad de la reforma eclesiástica. Es falsa la supuesta clsula que algunos le han atribuido que impuso al final del concilio ("salvos los derechos reales") como signo indicador de un presunto rechazo a las directrices tridentinas. Todo lo contrario, a través de la mirada del rey, Trento sería inútil por insuficiente su programa reformista. El rey, en este sentido, fue radical a la hora de urgir la residencia de los obispos, la reforma del clero regular y secular, la creación de nuevos seminarios, la promoción de grandes obispos (Antonio Zapata, Bernardo de Rojas, Andrés Pacheco, Juan de Ribera...) la articulación de concilios provinciales... y, naturalmente, la consolidación de la Inquisición.

Los autos de fe de Valladolid y Sevilla de 1559 Y 1560 supusieron la gran caza de luteranos. El proceso a Carranza significará expresivamente que el rey no asume hipotecas personales a la hora de llevar adelante la maquinaria inquisitorial. En 1559, se prohibe a los españoles salir a estudiar en universidades extranjeras, exceptuando Roma, Napóles, Coimbra o el Colegio de San Clemente de Bolonia. La frontera de cristiandad frente a los no cristianos (represión de los moriscos, guerra con los turcos) y la frontera de catolicidad (la estrategia internacional en los frentes de Francia, Países Bajos e Inglaterra, ya en los años de guerra fría, ya en los años de guerra caliente) obsesionaron a Felipe II.

Ahora bien, detrás de la retórica de los grandes pronunciamientos católicos del rey, hay no pocas sombras, testimonio de las peculiaridades del llamado nacionalcatolicismo de Felipe II. En primer lugar, hay que señalar que el catolicismo español de Felipe II se fundamenta no en una originalidad antropológica española, sino en el concepto que se ha denominado absolutismo confesional, el monopolio político de la religión que supone la confusión subditos-fieles, la identificación pecado moral-delito político y salvación-servicio público. El absolutismo confesional implica, por otra parte, el disciplinamiento de que habló la historiografía alemana con sus secuelas de obediencia incondicional, estandarización doctrinal y función pública del hecho religioso, tal y como viene subrayando últimamente Jaime Contreras.

La Contrarreforma fue, ciertamente, en España una operación de reciclaje cultural de una sociedad que -como han demostrado, desde W. Christian a J.-P. Dedieu, pasando por H. Kamenadolecía en el siglo XVI de una servidumbre a viejas creencias paganas, un dominio absoluto de la religión local, una ignorancia de trascendencia muy superior a las disfunciones religiosas que llamamos herejías. La Contrarreforma generó una notable actividad catequética y, desde luego, un flujo de misiones por toda España. El jesuíta Pedro de León escribió que, de 1582 a 1625, había intervenido en, al menos, una misión anual.
Los procesos inquisitoriales testimonian el singular alejamiento de la cultura popular española de las pautas de la religión oficial. La colaboración de inquisidores y confesores en la operación de disciplinamiento pastoral la ha puesto de relieve Prosperi. Creo, por tanto, que la mayor originalidad de la Contrarreforma en España es que la Reforma católica que subyacía en su discurso, más que combatir la herejía protestante, se proyectó hacia la desestructuración de una religiosidad popular que no estaba a la altura de los mensajes de Roma. La campaña contra el luteranismo fue, en la práctica, más una operación de rearme xenófobo en el contexto de una política aislacionista que la defensa de una ortodoxia doctrinal, de la que sólo participaron unas élites sociales e intelectualmente formadas y que jamás estuvo seriamente en peligro.

La religiosidad de Carlos V influyó mucho en Felipe II. En 1539, el emperador le decía: "Encargamos a nuestro hijo que viva en amor y temor de Dios y en observancia de nuestra santa y antigua religión, unión y obediencia a la Iglesia romana y a la Sede Apostólica y sus mandamientos" y, en las instrucciones de 1543, le recomendaba: "tened a Dios delante de vuestros ojos y ofrecedle vuestros trabajos y cuidados, sed devoto y temeroso de ofender a Dios y amable sobre todas las cosas, sed favorecedor y sustentad la fe, favoreced la Santa Inquisición". Unos mandatos que, en 1556, reiteraría en su testamento: "Le ordeno y mando como muy católico príncipe y temeroso de los mandamientos de Dios, tenga muy gran cuidado de las cosas de su honra y servicio; especialmente le encargo que favorezca y haga favorecer al Santo Oficio contra la herética pravedad por las muchas y grandes ofensas de Nuestro "Señor que por ella se quitan y castigan".

La actitud de Felipe II, después de Trento, será la de reforzar no sólo la impermeabilización frente a los protestantes sino la línea de retraimiento y extrañamiento respecto a Roma. Aguantó a Valdés como inquisidor general hasta 1567, contra viento y marea, incluyendo las presiones del ebolismo emergente y se lanzó decididamente a conquistar poder temporal frente al poder eclesiástico. En torno a este objetivo ensayó estrategias distintas. Los informes de los teólogos afines a su postura (con Melchor Cano a la cabeza) buscaban la legitimidad jurídica del poder temporal.

Las tensas relaciones con Pío IV dieron paso al pontificado de Pío V, que mereció al ser elegido el siguiente comentario del rey: "Si éste no es buen Papa, no sé qué se puede esperar de ninguno". pese al optimismo del rey, y al margen del acuerdo temporal que propició la victoria de Lepanto, las relaciones del rey y del Papa tampoco fueron fáciles. La Bula In Coena Domini, que reforzaba la autoridad papal frente a cualquier intento de recorte de la jurisdicción eclesiástica, es quizá el mejor exponente. El traslado del proceso de Carranza a Roma en 1567 fue visto por el rey como una deslegitimación de la propia Inquisición y la constatación de que toda la operación intimidatoria de 1559 quedaba desairada.


El proyecto tecnócrata de Espinosa y su equipo implicó un cierto replanteamiento de la propia mecánica procedimental y represiva de la Inquisición. Tengo la sensación de que en la década de 1560 se procede a un cierto cambio cualitativo de la Inquisición, de la represión a la reprensión, de la Inquisición espectacular de los autos de fe resonantes a una Inquisición más discreta, mediocre y silenciosa, en la que el objeto de atención represiva especial van a ser las proposiciones heréticas, en las que entra un abundante número de afirmaciones vulgares, blasfemas o impertinentes que son, sobre todo, excesos verbales de la vida cotidiana y doméstica. El repaso de las causas de fe pormenorizadas que conocemos de los diversos tribunales así parece atestiguarlo.

Para más información sobre esta publicación consultar a:

http://www.vallenajerilla.com/berceo/garciacarcel/felipeIImartillodeherejes.htm

Personajes de la mística española: Santa Teresa de Jesús



El siguiente es un documental sobre la vida y obra de Santa Teresa de Jesús.  Realizado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia  de Madrid. En el minuto 3:00 se dramatiza un arrobamiento.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

El siguiente link los conducirá a un documental relativamente corto pero bastante completo que coloca la Contrarreforma en los diferentes contextos europeos y cómo la Inquisición fue una respuesta contra esta. Por supuesto, se expone también la actuación de ciertos Papas que fueron extremadamente relevantes en este proceso.
https://youtu.be/9tabp7pYLu4

CLASIFICACIONES HISTÓRICAS DE LA MÍSTICA

Períodos de la historia de la mística
Hay cuatro períodos en la historia de la mística, según Pedro Sáinz Rodríguez en su Introducción a la historia de la literatura mística en España:
1.    Importación e iniciación (principios del medioevo-1500): se traducen y difunden obras de la mística extranjera.
2.    Asimilación (1500-1560): la mística es trabajada por escritores como  Hernando de Talavera, Fray Alonso de Madrid y otros.
3.    Plenitud e intensa producción nacional (1560-1600, reinado de Felipe II).
4.    Decadencia o compilación doctrinal (mediados del siglo XVII), representado por retóricos del misticismo que se ocupan de sistematizar a los místicos precedentes.

Escuelas según las órdenes religiosas de los místicos
Según Marcelino Meéndez y Pelayo en un ensayo sobre La poesía mística en España:
v  Ascetas dominicos, cuyo prototipo es Fray Luis de Granada.
v  Ascetas y místicos franciscanos (San Pedro de Alcántara, Fray Juan de los Ángeles,  Fray Diego de Estella, etc.).
v  Místicos carmelitas (San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, etc.).
v  Ascetas y místicos agustinos (Fray Luis de León, Malón de Chaide, etc.)
v  Ascéticos y místicos jesuitas (San Francisco de Borja, Nieremberg, y otros).
v  Clérigos seculares y los laicos (Juan de Valdés, Miguel de Molinos), que son místicos heterodoxos.

Tres corrientes
ü  Afectiva: predominio de lo sentimental sobre lo intelectual. Cristo hombre como vía para alcanzar la divinidad.
ü  Intelectualista: conocimiento de Dios por la doctrina.
ü  Ecléctica: también conocida como la española, representada por la mística carmelita.

Cinco teorías sobre la mística española
Helmut Hatzfeld en sus Estudios literarios sobre mística española:
Ø  La Teoría Ahistórica (Jean Baruzi): sostiene la originalidad de los místicos españoles que descubren sus símbolos decisivos independientemente de las condiciones históricas.
Ø  La Teoría Sintética (Gaston Etchegoyen): supone que toda producción de la mística española puede explicarse como una fusión sintética de diferentes formas más antiguas, todas exclusivamente occidentales.
Ø  La Teoría Secular (Dámaso Alonso): propone que los elementos numerosos del simbolismo de los místicos españoles se derivan de la poesía profana, popular o culta, sobre todo de la poesía de Garcilaso de la Vega, el romancero y el cancionero.
Ø  La Teoría Árabe (Julián Ribera y Miguel Asín Palacios): establece afinidades entre los escritos de San Juan de la Cruz y los del místico mahometano Abenarabí, de la primera mitad del siglo XIII.
Ø  La Teoría Germánica: alega que el influjo mayor recibido por los místicos españoles proviene de los místicos alemanes como Meister Eckart, del Santo Imperio Romano; o el flamenco Jan van Ruysbroeck.

Para más información consultar la fuente original:

ANTECEDENTES DE LA MÍSTICA (I)

La literatura mística española surgió en los círculos religiosos del Siglo de Oro español. El comienzo de la literatura mística coincide con el fin de la Reconquista y el Primer Renacimiento, cuando el alma del poeta español se repliega dentro de sí en búsqueda de respuestas, seguridad y unidad.

El Renacimiento supuso el triunfo de ideas humanistas que no encontraron pronta cabida en la literatura que se desarrolló en España en el siglo XVI, cuyo carácter continuaba siendo principalmente teocentrista pese a la Reforma Protestante que se venía gestando desde el siglo anterior.

La escisión, que vino acompañada con el contacto entre España y los países germánicos (centro del misticismo medieval) provocó el nacimiento de dos corrientes temáticas:

Ø  La poesía ascética, que alcanzó su mayor expresión en Fray Luis de León.
Ø  La poesía mística, representada por el afamado San Juan de la Cruz.

La mística española, entonces, evidencia raíces de la filosofía neoplatónica y la literatura religiosa anterior (ej: El Cantar de los cantares); la soledad, la búsqueda de Dios, la naturaleza, la unión de Dios y el Alma son el eje temático.

Links complementarios:

Película de Lutero

Acá les envío el link de la película de Lutero, una manera más gráfica de ver su vida y razones.


https://www.youtube.com/watch?v=0EQ6hSi6QcY&feature=youtu.be


Barroeta Waleska y Da Rocha Sara





Lutero I



El artículo aquí presente habla de como un hecho que podría ser catalogado como fortuito, provocó un drástico viraje en la vida de un joven Lutero. Recién graduado como Magister en leyes y con una buena proyección a nivel profesional, un rayo cayó cerca de él y gracias al temor que este causó, el recién graduado abogado cambió las leyes por la vida de un fraile.


http://www.luther.de/es/legenden/blitz.html


Barroeta Waleska y Da Rocha Sara

Personajes de la mística española: San Juan de la Cruz


Canción del año 1994, basada en el poema de San Juan de la Cruz La noche oscura del alma
Arreglo musical e interpretación por Loreena Mckennitt.


En el siguiente link pueden encontrar un listado de todos los Sumos Pontífices de la Iglesia Católica, acompañados por una corta biografía, las fechas exactas de sus respectivos mandatos, hechos resaltantes de los mismos y algunos videos ilustrativos. Nótese que enviamos este link con la finalidad de que puedan ingresar a la página y leer más detalladamente acerca de los Papas que gobernaron durante la Reforma Protestante y la Reforma Católica, también conocida como la Contrarreforma. Sin embargo, no quisimos quitarles la oportunidad de leer más acerca de los cientos de Papas que han guiado al pueblo cristiano. 

http://www.elcaminoasantiago.com/news/ListadePapas.htm


Papas, arte y Contrarreforma



Plazaola, J (2005) Arte e Iglesia: veinte siglos de arquitectura y pintura cristiana. Obtenido de: https://books.google.co.ve/books?id=nRzRB_6ZO3oC&pg=PA214&dq=papas+contrarreforma&hl=es-419&sa=X&ved=0CEwQ6AEwCWoVChMIkY_sx-mZyQIVykEmCh2eTgvE#v=onepage&q&f=false (p. 214)

Grupo 5 (Mendt y Lagalla)