El
desarrollo del barroco centroamericano se parece en algunos casos, vinculados a
procesos similares, al de ciertas áreas mexicanas pero en otros predomina el carácter
regional aferrado a las tradiciones y tecnologías locales.
El siglo
XVI será en América Central el de la implantación de las órdenes religiosas,
sobre todo de los franciscanos, dominicos y agustinos. Constan sus conventos de
una iglesia de nave única cubierta por bóvedas de crucería y coronada de
almenas; de un enorme atrio con barda y puerta en cuyos ángulos se levantan las
“capillas posas” o lugares de reposo en las procesiones. A veces hay también
“capillas abiertas” o “de indios”, especie de pequeñas iglesias semicubiertas
desde donde se pueden seguir los oficios. Esto sin contar las dependencias: uno
o varios claustros, número muy limitado de celdas y, en fin, el resto de los locales
puramente utilitarios.
Los
franciscanos fueron los más sobrios; los dominicos ya agregaron cruceros a las
iglesias, y los agustinos cubrieron literalmente sus conventos de pinturas
murales, realizadas a veces en simple grisalla.
Si el
siglo XVI corresponde en América Central a la fundación de ciudades y al
proceso de instalación de las órdenes, no hay duda de que el siglo XVII ve
sobre todo la terminación de las primeras grandes catedrales y el inicio de las
obras de ciertos voluminosos conventos urbanos, cuya novedad consiste en no ser
sólo masculinos como hasta entonces, sino también, en gran número, conventos
femeninos especialmente de clausura.
La actitud
mental que preside toda esta arquitectura es distinta si se compara a la
precedente. En el primer caso se estaba ante una arquitectura de
circunstancias; en las nuevas sedes episcopales y conventuales se descubrirá
una voluntad de arte “culto” con influencia poshe-rreriana en la disposición
general de las masas -que revelan cierta sobriedad- y, en contrapunto, un
tratamiento barroco del detalle principalmente en lo concerniente a los
retablos, un tanto solemnes y recargados en esa fase del siglo XVII.
Hay que
agregar que este siglo XVII es también el momento en que empieza a afirmarse la
“escuela poblana”, es decir, el uso de yeserías en el interior de los locales y
de la policromía de la cerámica usada como revestimiento al exterior.
En las
grandes ciudades, las obras comenzadas en el siglo XVI van a ser proseguidas o
terminadas durante el siguiente y con las características con que habían sido
imaginadas salvo algunos detalles de la decoración, más sujeta a la moda. La
alta sociedad buscaba la elegancia en una artificialidad amanerada; se
adornaban las iglesias y los domicilios lujosamente; las estatuas de los santos
fueron vestidas de sedas y rasos; el baile, el modo de hablar y de escribir,
todos se hicieron muy elaborados.
Guatemala
Catedral de San José. Antigua Guatemala, Guatemala. |
Iglesia y convento de La Merced. Antigua Guatemala, Guatemala. |
Panamá
Nuestra
Señora de la Merced. Panamá, Panamá.
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Ruinas del
Convento de la Compañía de Jesús. Casco Viejo, Panamá.
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Nicaragua
Basílica
Catedral de la asunción de León, “La Catedral de León”. Patrimonio de la
Humanidad.
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Caterine
Dos Ramos
Fabiola
Fulco
María V.
Aular
Jesús
Zerpa
Un poco demasiado técnico, y las ilustraciones habrían podido colaborar a la comprensión, pero no están "sintonizadas".
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