domingo, 31 de enero de 2016


CÁNONES DE BELLEZA EN LA CULTURA OCCIDENTAL EL BARROCO ESPAÑOL

A partir del siglo XVII la moda española pierde su liderazgo a nivel internacional al perder España el protagonismo político y económico que hasta estos momentos mantenía. Conservó una indumentaria ajena a las influencias de la moda extranjera, diferenciándose del modelo francés que dominaba toda Europa. Las diferencias entre estas dos tendencias pueden observarse en el tapiz diseñado por Charles Le Brun, que recoge el encuentro de Felipe IV y de Luis XIV en la Isla de los Faisanes (07 de junio de 1660).  El traje masculino en España siguió siendo sencillo y sobrio, exceptuando el paréntesis de excesivo lujo que se vivió durante el reinado de Felipe III, de colores austeros, especialmente negro. Mientras que el traje femenino sufrió cambios frecuentes al evolucionar hacia formas complejas a veces excesivas. Los franceses muestran pelucas y una vestimenta de vivos colores con casacas, mangas globulares, calzones tipo enaguas con abundantes adornos de cintas, lazos y encajes, frente a la austeridad y sencillez de los españoles, que visten justillos y la Infanta Maria Teresa traje con guardainfantes. Autorretrato de Velázquez en donde muestra el cuello de golilla que pasará a ser todo un símbolo del carácter serio y altivo español.

El Barroco en la España de Felipe III (1598-1621): Las prendas son básicamente las mismas pero aumentan su volumen. Las ropillas son más largas y provistas de brahones mayores que los usados con anterioridad con mangas estrechas por cuyas bocas sobresalen grandes puños de encaje rizado. Las lechuguillas alcanzan dimensiones desmesuradas que envaran la figura y dificultan los movimientos. Las calzas acusan mayor alargamiento y abombamiento lo que produce una silueta de tonelete. Los años iniciales del siglo XVII presentan una continuidad con las formas del traje de finales del siglo anterior con una tendencia generalizada al exceso. La indumentaria femenina se caracteriza por el lujo excesivo, el rico colorido y las formas exageradas sobresaliendo las grandísimas lechuguillas; supone una continuidad de la moda del siglo anterior mostrando una tendencia a la complicación, a la desmesura en ciertos momentos y a los cambios frecuentes; la sensación que trasmite la imagen de la mujer es de gran rigidez en la figura, caracterizada por una silueta cónica que oculta las formas femeninas en la que sólo se muestra al descubierto el rostro y las manos.
Durante el reinado de Felipe IV se producen decisivos cambios en la indumentaria española con un giro hacia la mayor sencillez. En la pragmática del 11 de Febrero de 1623 en un intento de frenar el lujo y los excesos de la moda se prohíbe el abuso de metales preciosos y la abundancia de sedas y guarniciones en os vestidos y se impone la obligación de usar valona. La indumentaria masculina estaba formada por una camisa interior sobre la que se vestía el jubón y los calzones o greguescos que desde 1622 sustituyeron totalmente a las calzas; los greguescos eran más estrechos que las calzas y tenían forma abombada y llegaban por debajo de la rodilla donde se abrochaban mediante cintas adornadas con rosetas; el resto de la pierna se cubría con medias de seda, hilo, algodón o lana.
   
 
Felipe IV (1621-1665): Se usaba ropilla con brahones (rosca o doblez que ceñía la parte superior del brazo) y cortos faldones que podían mostrar las mangas del jubón si contaba con mangas colgantes. Cambia la fisonomía del cuello del traje que impone el uso del cuello llamado golilla (cuello rígido, sencillo y almidonado) con valona casi horizontal con un ángulo por delante en sustitución de la lechuguilla. Los sobretodos más comunes eran el ferreruelo y la capa. Como calzado se usaban zapatos de cordobán, flexibles, con orejas, de punta cuadrada, atados con cintas en forma de roseta, al estilo de las de los calzones. Para viajes o montar a caballo se usaban botas de caña alta. De 1621 a 1665 el traje femenino adquiere mayor complicación y volumen debido a la aparición del llamado “guardainfante” que origina una nueva silueta en la mujer, conservando la moda española su originalidad frente a la influencia francesa. Aparatosa prenda que resalta las caderas y se ponía en la cintura sobre las enaguas; estaba formada por un aro de mimbre en su parte superior al que iban sujetos con cuerdas aros de alambre o hierro. Aparece hacia 1630 y desaparece en 1679 de él derivan Tontillo del siglo XVII Miriñaque del siglo XIX muy popular en España bajo el reinado de Carlos II, su nombre alude a que permitía ocultar los embarazos. La Camisa de la mujer y varias enaguas elaboradas en materiales ligeros como el lienzo; sobre la camisa se disponía la pieza del busto interior (que nunca pasaba de la cintura) y sobre las enaguas se colocaba el guardainfantes cuyas dimensiones irán aumentando a lo largo del siglo. Sobre el guardainfante se colocaba una (a veces dos) falda interior, la pollera, que se fruncía en la cintura. Sobre la pollera y la pieza del busto interior se disponía el traje exterior, compuesto por: Cuerpo y basquiña. A lo largo del siglo el escote del cuerpo evoluciona hacia un escote cuadrado o de tipo barco muy pronunciados que dejaban al descubierto la garganta y los hombros, partes del cuerpo que se solían velar con encajes, no obstante, el recato de la corte hace que en 1639 se prohíba el uso de cuerpos escotados en el traje de la mujer, exceptuando el de las prostitutas. El cuerpo se encontraba profundamente adornado por delante con joyas, botones y lazos. El sobretodo más usado para salir era el manto (negro y amplio, cubría de la cabeza a los pies y a veces el velo. Las piernas se cubrían con medias de seda, lana o paño. Los sombreros acompañaban a la indumentaria ocasionalmente, especialmente en los viajes, y se sujetaban a la cabeza con joyas, incorporando a veces adornos como plumas. El peinado iba a juego con la línea del vestido, hacia los lados y enriquecido con joyas, plumas y cintas.

Durante el reinado de Carlos II la moda española comienza a verse influida por la francesa de la cual se toman algunos detalles. Hacia el final del siglo XVII se produce el tránsito del traje compuesto por jubón y ropilla hacia el de casaca entallada con chaleco abotonado

El traje masculino evoluciona a la casaca con bocamangas adornadas con lujosas vueltas y encajes. El pañuelo y la corbata sustituyen a la golilla. Aparece el chambergo: sombrero de fieltro de ala muy ancha y flexible adornado con una pluma. Aumenta la altura del tacón en los zapatos. La melena se alarga o se sustituye por pelucas de pelo rizado.

De 1665 a 1700 la indumentaria femenina sufre cambios: el guardainfantes es reemplazado por el tontillo especie de enagua con aros de ballena dispuestos a intervalos regulares que servía para ahuecar la falda. Con la aparición del tontillo, la moda española conservó su originalidad frente a la influencia francesa en el resto de Europa. Cuando esta prenda cruzó los Pirineos y se estableció en Francia en el siglo XVIII se denominó Panier (nombre que se daba a las cestas que colgaban a ambos lados de los animales de carga) convirtiéndose en una pieza importante en lo que se llamó vestido a la francesa. Las mujeres llevaban el tontillo sobre un buen número de enaguas y debajo de la basquiña (falda exterior con pliegues en las caderas). El corpiño acaba en pico puntiagudo y a veces incluye broches o cordones para abrocharlo. El escote se amplía y deja al descubierto el cuello e incluso los hombros. Las mangas se hacen más sencillas.

Durante el reinado de Carlos II (1665-1700) se libera la melena y cae en trenzas o tirabuzones sobre la espalda. Gustan los pies pequeños y gráciles que se ocultan en chapines, una especie de chanclas muy elevadas con suela de madera forradas de cordobán, cuya misión era doble: ocultar el pie en su interior y proteger a los zapatos del barro y la suciedad de la calle.
 

1 comentario:

  1. Interesante, pero...¿y las fuentes? Y esas ilustraciones tan pequeñas? Aquí se hacían necesarias imágenes descriptivas.

    ResponderBorrar