Retrato de Carlos V sentado, 1548
Tiziano
recibe a finales del verano de 1547 dos mensajes de diferentes
destinos. Uno procede de Roma donde el pontífice Paulo III le ofrece el cargo de la "piombatura". El otro será una invitación a reunirse con Carlos V
en Augsburgo. El maestro veneciano aceptó la segunda invitación y en
los primeros días del año 1548 puso rumbo a la ciudad imperial. Carlos V
recibió con grandes honores al maestro y le encargó un buen número de
obras, entre ellas el famoso retrato ecuestre
y éste que contemplamos.El emperador aparece sentado en una logia que
se abre al paisaje, vistiendo de negro y dirigiendo su mirada al
espectador. En ese gesto se concentra buena parte de los pensamientos de
este hombre de 48 años, cansado tras 32 años de gobierno y numerosos
conflictos que han hecho de su reinado una larga sucesión de batallas.
El emperador se nos presenta melancólico, con cierto aire de angustia
pero sin perder majestuosidad, abandonando todo signo de poder por lo
que se convierte en el retrato más humano y entrañable. Una vez más, el
gran maestro ha sabido interpretar a la perfección la psicología de su
modelo.
Carlos V a caballo en Mühlberg, 1548
Carlos V utilizó el arte como ningún monarca lo había hecho hasta el momento,
así como su imagen de propaganda política. Tiziano fue el artista que
mejor se acomodó a este empleo, manteniendo siempre su independencia,
puesto que nunca aceptó trasladarse a España para trabajar con el
emperador. En este lienzo Tiziano le retrata momentos antes de la
victoria de Mühlberg contra los príncipes protestantes de Alemania y los
Países Bajos que se habían aliado contra el dominio imperial. El
trasfondo era claramente político, pero la excusa fue la guerra religiosa
entre católicos y protestantes. Tal vez por esto, Tiziano dota a la
imagen del emperador de un aura casi sagrada, en su gesto determinado,
impertérrito y ajeno a la fatiga. La batalla se había desarrollado hasta
el momento sin decantarse hacia ningún bando; Carlos V detiene su
caballo frente al río Elba, tras el cual los protestantes se han hecho
fuertes. Anochece, pero según las crónicas de la época, por supuesto
pagadas por el emperador, durante el momento en que Carlos V decidía si
cruzar el río o no para acabar con el enemigo, el sol se detuvo para
concederle luz, y por tanto ventaja, como ocurrió con Josué en las
Sagradas Escrituras. Otra referencia es la de Julio César, con el
célebre paso del Rubicón, que nunca se atrevió a cruzar y que Carlos V
sí atraviesa, y por tanto vence. Es, como puede verse, una complejísima
elaboración iconográfica, que trasciende dos, tres o incluso más
lecturas. El colorido tizianesco se aprecia por lo demás en toda su
plenitud: los rojos y ocres de la tela son inimitables. Además, inaugura
un género que hasta el momento se había tratado muy tímidamente y que
alcanza su esplendor en el Barroco:
el retrato real a caballo. Como dato curioso, que habla en favor del
rigor histórico del artista, la armadura que viste el monarca es una
valiosísima pieza labrada en oro y plata que se conserva en la Real
Armería de Madrid. Conservado en los diferentes palacios reales que el
emperador se hizo construir en España, el cuadro sufrió el incendio del Alcázar de Madrid en 1734, aunque por fortuna pudo restaurarse. Pasó, con el resto de la colección real española, al Museo del Prado en el siglo XIX.
Retrato de Carlos V con perro, 1532
Los retratos de cuerpo entero no son habituales en el Renacimiento italiano,
siendo más frecuente un retrato de medio cuerpo. Para realizar esta
obra, Tiziano tuvo que seguir un modelo muy empleado en la pintura
alemana renacentista, debido al deseo del emperador
de que copiara un retrato que le había realizado en 1532 el pintor
alemán Siesenegger. Desconocemos cuál fue la causa por la que Carlos V
obligó al maestro a copiar este retrato; pudo ser para probarle ya que
cuando se conocieron en Bolonia, el emperador le hizo un desagravio
similar. Tiziano salió de la prueba exitoso e incluso fue nombrado
Caballero de la Espuela de Oro y Conde Palatino, iniciándose entonces
unas fructíferas relaciones con la Corte española que se mantendrán
hasta la muerte del pintor. Se le llegó a ofrecer una residencia en
Madrid, que fue rechazada al desear el maestro mantener su
independencia. Tiziano se mantuvo fiel al original aunque introdujo su
toque personal: simplificó el suelo y la cortina y renunció al minucioso
detallismo del cuadro alemán, consiguiendo un toque más majestuoso que
inaugura el retrato de Estado en España, en el que destaca la
personalidad del modelo sobre cualquier símbolo externo de poder. Carlos
V se hace acompañar de un perro que simboliza la fidelidad. La riqueza
de las telas y el carácter del monarca hacen que este retrato sea único
en su género.
Waleska Barroeta
Fuente? Las imágenes son un poco demasiado pequeñas. La entrada es interesante.
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