En 1554 aparece el Lazarillo de Tormes que es la primera voz de alarma en el Imperio español.
En 1556 el emperador Carlos I (1500-1558), V del Sacro Imperio Romano, rey de España de 1516 a 1556, inició una serie de abdicaciones: aunque conservó el título imperial, trasmitió sus funciones a su hermano Fernando I de Habsburgo, cedió a su hijo Felipe los Países Bajos (1555) y los reinos españoles (1556) y se retiró al monasterio de Yuste (en la localidad cacereña de Cuacos de Yuste), donde el 21 de septiembre de 1558 falleció. Pocos meses antes había abdicado formal y definitivamente como emperador en su hermano Fernando.
El reinado de Felipe II (1556-1598) se inicia con la victoria de San Quintín (1557) contra los franceses y la construcción de El Escorial, monumento que conmemora esta victoria. Pero económicamente, el reinado de Felipe II comienza con una suspensión de pagos por parte del Estado, a la que seguirán otras dos bancarrotas (1575 y 1596).
El papa Pablo III había convocado en 1545 el Concilio de Trento (entre 1545 y 1563), para tratar las cuestiones doctrinales y disciplinarias suscitadas por los protestantes. Actuando a menudo en una difícil alianza con el emperador Carlos V, Pablo III, como muchos de sus sucesores, no dudó en utilizar tanto medidas diplomáticas como militares contra los protestantes. En 1542 empieza una poderosa corriente represiva: se crea el Índice de Libros Prohibidos y una nueva Inquisición, que en España se convirtió en un instrumento dependiente de la Corona, usado con eficacia por Felipe II para asegurarse la ortodoxia de sus súbditos y suprimir tanto la disidencia política como la religiosa.
Felipe II empieza su reinado con la liquidación de los protestantes; la prohibición de importar libros extranjeros; el proceso del arzobispo Bartolomé Carranza (1503-1576), viejo erasmista acusado de herejía; aparición del Índice de libros prohibidos (“Índice expurgatorio”); proceso al humanista Francisco Sánchez de las Brozas, El Brocense (1523-1600); detención en 1583 de Fray Luis de León. La Inquisición tiene una red de espionaje por todas las ciudades para denunciar a sospechosos de herejía.
En 1565 se sublevan los Países Bajos (hasta 1648 no se reconocerá la independencia de Holanda).
En 1571 una coalición de fuerzas cristianas aglutinadas en la denominada Liga Santa vence a las flotas del Imperio Otomano en la batalla del golfo de Lepanto. La victoria fue tan fulgurante como escasos los resultados prácticos.
En 1585-87 Inglaterra saquea Vigo y Cádiz. En 1588 es derrotada la Armada Invencible. España es un país imperialista que lejos de enriquecerse con la explotación colonial, llega a la miseria, a la bancarrota. El oro de América no sirvió para enriquecer el país y crear una clase media fuerte. Los que ejercían la industria y el comercio eran considerados como conversos (“cristianos nuevos”) o como judíos. El oro de América entra por Cádiz, pero cae en manos extranjeras que lo invierten manufacturas que luego España tiene que importar. Como decía Quevedo: “el oro nace en las Indias, viene a morir a España y es enterrado en Génova”. Los españoles de entonces se quejaban de que los europeos los trataban como a indios, les quitaban el oro y les vendían baratijas. Con la explotación del Imperio, España contribuye a los orígenes del capitalismo europeo como exportadora de capital.
El avance de la burguesía humanista se interrumpe entre 1550 y 1570. Los autores que dominan el periodo de Felipe II son exclusivamente religiosos. En el reinado de Felipe II predomina la ascética y la mística, la destrucción del humanismo y el predominio de la teología. Con el Concilio de Trento (1545 a 1563) se inicia la ruptura que lleva al segundo Renacimiento en el que padecen prisión cuatro de los cinco autores relevantes de la época: Fray Luis de Granada, Fray Luis de León, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
El periodo que sigue al Concilio de Trento, llamado por algunos “humanista”, se aleja de los valores humanistas para desembocar en el Barroco (siglo XVII), siglo del desengaño y de decadencia imperial, pero también Siglo de Oro de la literatura y del arte.
Muy bien. Sintético.
ResponderBorrar